Para muchas culturas las montañas han sido y son lugares sagrados. Tierras que separan naciones y unen pueblos, lugares donde el hombre percibe fuerzas que apenas entiende y que sintiendo su intensidad,"se siente" libre. Y así busca su fuerza, su energía, su placer, en las alturas, en los vientos, en los colores, en los otros. Compartiendo el mundo con los dioses...Y yo me incluyo.
He aquí algunos de esos momentos
En
Urbasa esta es una de las mejores rutas que se pueden hacer, discurre por
praderas, caminos, senderos y hayedos, une además el punto más alto de la
sierra, el Dulantz, y otros importantes como las ermitas de Santa Marina y San Adrián.
No es un gran desnivel (son unos 50 kms y 1000 m de ascenso acumulado) pero a
veces es lento de ciclar por lo pedregoso del terreno, sobre todo entre el Dulantz
y la unión con la pista que viene de Lizarraga. Si además te encuentras con
barro todavía se puede alargar más. Es una ruta que me gustaría repetir todos
los años sin embargo al hacer el montaje me he dado cuenta de que han pasado ¡tres
años! desde la última vez. El tiempo corre demasiado deprisa.
Un aviso antes de ver el video, una gota en el objetivo de la cámara estropeó la grabación, es una de las pegas de esas cámaras si no estás pendiente
En
esta entrada hablo de la cabecera navarra del Ega porque la cabecera real, su
nacimiento, se encuentra a unos pocos kilómetros hacia el oeste, en las laderas
de la Sierra de Cantabria convergiendo sus aguas cerca del pueblo alavés de Lagrán.
Enseguida entra en Navarra por Marañón y formando el cauce central de la cuenca
que rodeamos con la bici en esta ruta. Es esta una zona con varios pueblos pequeños (nosotros pasaremos por Cabredo y Marañón) que en un mapa de Navarra se aprecia
como la cabeza de un champiñón en el suroeste que se adentra en
Álava. Esto convierte a esta ruta en un recorrido con gran variedad
paisajística, pasando de los caminos de tierra y piedras entre viñedos de las
proximidades de Viana a pinares cerca de
Aguilar de Codés, en el vértice del valle de Aguilar, a una zona húmeda de
robledales y hayedos, pasando también de unos caminos bastante rotos a una zona
con pistas pedregosas y estrechos senderos. Tiene buenos y muy bonitos descensos, también buenas rampas, la que sube
de Marañón a la carretera cerca de Lapoblación seguro que deja recuerdo
Con esto del confinamiento sigo
recordando viajes pasados, el de esta entrada igual es al que más cariño le
tengo pues en el batí mi récord de altitud, con los 6959 metros de la cumbre
del Aconcagua. Además tuve la suerte de compartirlo con un grande del
himalayismo navarro y mundial, con José Mari Abrego, que tristemente falleció
hace un par de años. El año anterior lo pasé bastante mal con la altitud en
Ecuador por pura inexperiencia y decidí que quería ir con alguien que la
tuviera de sobra, y nadie mejor que José Mari.
Esta primera parte se refiere a la aclimatación, que hicimos en el centro de esquí de Vallecitos. Un recóndito lugar cerca de la frontera con Chile donde hay un rosario de montañas de entre 3000 y 6000 metros. Una zona andina árida y dura, pero que favorecía unos colores dorados intensos según diera la luz del sol. Cada mañana salíamos del refugio para ascender una cumbre, nada más llegar subimos al Piedras Blancas de 3800 m, al día siguiente San Bernardo (4150 m)y después al Franke (4829 m ) .Cuando casi habíamos superado la barrera de los cincomil subimos con todos los trastos encima al campamento El Salto, a 5000 metros ,con la idea de al día siguiente ascender a un 6000, el Cerro Plata. Fue una experiencia curiosa, allí estamos nosotros, con nuestras tiendas y nuestro hornillos, en completa autonomía. Pero sin embargo había un domo (una tienda redonda grande) donde un chico con su cocina de gas se ganaba la vida, y allí a 5000 metros, la primera noche nos tomamos un estupendo bifé de chorizo. Que mejor señal de que íbamos aclimatando bien.
Salimos al día siguiente muy de noche, cómo se hacen en estas montañas. Ascendíamos lentamente por las suaves pendientes que nos acercarían al collado que une el filo Plata-Vallecitos. Tal vez no vamos también aclimatados como creíamos, pues las horas iban pasando y nuestro ritmo era lo suficientemente lento para no permitirnos pisar la cumbre a una hora razonable. Y así, a unos 100 metros de la cumbre decidimos darnos la vuelta.
Ya no quedaba sino bajar a la mañana siguiente, sin prisas desmontamos el campamento y vamos bajando tranquilamente hasta nuestro refugio en Vallecitos. Toca bajar a Mendoza y de allí tomar una jornada de descanso para acercarnos a Puente del Inca, dónde entraríamos ya en el Parque Nacional del Aconcagua. Pero esto queda ya para una segunda parte
Seguimos en la segunda fase de la desescalada en el estado
de alarma, esto hace que no pueda salir de Navarra pero aquí hay mucho mucho
que hacer, y así sigo. Elijo un destino que habitualmente dejo de lado por
buscar lugares más altos. El Txamantxoia es un monte que separa el Valle de
Roncal del ansotano de Zuriza. Solamente la había hecho con nieve y resultó ser
una delicia para los sentidos, con un sendero entre pinares que continúa
después por campas verdes hasta la misma cumbre, que tiene además unas
estupendas vistas de las montañas pirenaicas navarras y aragonesas, con los
valles de Roncal a nuestros pies en un lado y el de Zuriza al otro.Desde aquí abajo el Txamatxoia o Maze también presentas dos figuras muy diferentes, una larga loma por el lado navarro y una esbelta pirámida por el aragonés.