Para muchas culturas las montañas han sido y son lugares sagrados. Tierras que separan naciones y unen pueblos, lugares donde el hombre percibe fuerzas que apenas entiende y que sintiendo su intensidad,"se siente" libre. Y así busca su fuerza, su energía, su placer, en las alturas, en los vientos, en los colores, en los otros. Compartiendo el mundo con los dioses...Y yo me incluyo.
He aquí algunos de esos momentos
Y de nuevo
aterrizo en Kathmandú, llego con mucha ilusión por los buenos recuerdos que me trae
esta tierra, sus gentes y sus montañas. También con cierta incertidumbre por como encontraría el país tras el terremoto de 2015. A primera vista la vida sigue
igual, el barrio de los guiris sí que estaba más limpio, más decorado y con más
policía también, de hecho no vi “niñosde la calle “que tan frecuentes eran. Las calles ya estaban adoquinadas,
el alcantarillado parecía finalizado e incluso ya había una calle peatonal rodeada
de edificios nuevos, imagino que habrían aprovechado los derrumbes y espero que
solo eso
Otra cosa es
cuando visitamos los lugares turísticos del centro de la ciudad, en todos se
cobra entrada, unos 10 euros, que se supone que ayudarían a la restauración de
monumentos. Durbar Square seguía siendo una bonita plaza pero tenía un punto
triste, edificios enteros brillaban por su ausencia, y del resto la mitad estaban
apuntalados, Swayambhunath tenía partes tapadas con andamios y alguna zona apuntalada,
Boudhanath y Pashupatinath no parecían estar dañados. Otra cosa era lo que
vimos callejeando entre los templos y fuera de Thamel (el barrio de los turistas), faltaban manzanas enteras y algunas estaban en lenta reconstrucción.
Para los que conocimos Kathmandú hace años es bastante impresionante, no me
puedo imaginar lo que pudo haber sido aquel gran terremoto ni sus réplicas posteriores
Siguiendo con el viaje, tras un día de turismo
y papeleo salimos en bus un grupo numeroso formado por guipuzcoanos, valencianos,
una gallega, una bilbaína, un catalán y yo, el navarro. Un viaje largo y en el
que pasamos mucho miedo al ver en muchas ocasionas por la ventanilla el río
muchísimos metros muy abajo sin apreciar casi el borde de la precaria pista de
tierra. Fue sin duda lo más peligroso de todo el viaje.Nos bajaremos en Arughat Bazaar, donde empezaríamos a andar el día siguiente.
Esta vez no
hay idea de cumbre, el punto más alto sería el Larke Pass, con escasos 5200 m
de altitud, es un viaje para disfrutar andando y contemplando.
En esta
primera mitad caminaríamos por las laderas del barranco que forma el Budhi Gandaki,
en un continuo sube y baja y paso de una vertiente a la otra. El camino atraviesa
constantemente la vida de los nepalíes, sus pueblos, sus trabajos en los
cultivos, la colada, los juegos de los niños y el continuo trajín de
portadores. Durante los 6 ó 7 primeros días caminamos ascendiendo lentamente
por este barranco, con el estruendo de fondo del río, hasta que al final se
hace el silencio al llegar a Samagaun. Este
es un punto importante pues desde aquí ascenderíamos al campo base del Manaslu,
a 4800 m, etapa importante de aclimatación para el próximo paso del Larke Pass.
Manaslu al amanecer desde Samagaun
impresionantes vistas subiendo al campo base del Manaslu
En esta primera
parte del trekking cambiamos de una zona casi selvática a cultivos de arroz y a
zonas de pastos, de cultura hindú a mezcla hindú-budista a puramente budista, llegando
al final a pueblos de rasgos tibetanos, con trajes, arquitectura y lengua ya también
tibetana El budismo en estas últimas etapas es omnipresente, templos, banderas,
ruedas y piedras de oración, shorten y puertas de entrada a los pueblos con
motivos budistas nos acompañaron casi a cada a cada paso
Continuamos
viaje hacia Chiang Rai, más al norte aún, una ciudad cercana a la frontera con
Myanmar y Laos. En Chiang Mai mientras hacemos cola para comprar los billetes de
bus coincidimos con una pareja de madrileños y entre los cuatro cogemos un taxi
hasta el destino. Desde luego moverse en este país es muy, muy sencillo, y los
transportes son un ejemplo de puntualidad, seriedad y buena organización. Dos
son los atractivos turísticos dentro de la ciudad de Chiang Rai: el templo
Blanco y la Casa Negra. Un tanto cansados de templos solo vimos el primero y
nos sorprendió. Es un templo nuevo, iniciado en 1995 y todavía en construcción.
Haciendo honor a su nombre es blanco, pero muy blanco, casi cegador pues está
cubierto de porcelana blanca y espejos. Su edificio principal consta de un
pasillo rodeado por diablos y manos que se alzan desde el suelo, igual que en Walking
Dead, con algún detalle aún más extraño como una mano que sujeta un micrófono o una cazuela, también hay cráneos de monstruos fantásticos, etc.
En la entrada de Wat Rong Khun
Este pasillo lleva al
sanctasanctórum, una especie de capilla central, donde están prohibidas las
fotos y en cuyos murales se encuentran
reflejados muchos de los iconos de la cultura popular contemporánea, Superman,
Elvis Presley, Neo de Mátrix, el cohete a la Luna de Tintin, en definitiva,
todo muy extraño. Ya en el exterior hay
varias “cabezas” de personajes del cine,
algunas cuelgan de un árbol, como las de Spiderman, el bicho de Predator,
Terminator, los diablos de Hellriser y
más. Turistearemos después por los alrededores de la ciudad algún día más con
baños en aguas termales y en pozas bajo cascadas en medio de una jungla formada
por los bosques de bambú siempre ruidosos
Islas Phi Phi
Volaremos a
continuación a Krabi, en el istmo que hacia el sur del país limita con Malasia, en la costa que da al mar
de Andamán ya que al estar en pleno
monzón parece que el tiempo allí será más estable que en las islas del Golfo de
Tailandia. Aun así tras visitar el
primer día las Islas Phi Phi con sus playas, donde alucinaremos con la belleza
del lugar, ya al día siguiente ,en Ao Nang se mostró la estación húmeda y poca
playa tuvimos ya, menos mal que calor hace siempre y te puedes bañar bajo la
lluvia sin ningún problema
Kao Nang
Como el
tiempo no parecía mejorar, si bien aquí la predicciones no parecían servir para
nada, tomamos otro vuelo a Bangkok y del mismo aeropuerto fuimos directos al bus
a Ayutthaya .ciudad a unas 3 horas al norte de la capital, que lo fue también del
antiguo Reino de Siam siendo fundada en 1395. Sus templos en
ruinas nos recordaron aquel maravilloso
lugar de Bagan en Myanmar de hace un año. Un sitio precioso que se debe parecer
mucho al Angkor Wat camboyano, pero estas ruinas deben ser una centésima parte
de aquel. ¡Ya tenemos otra idea más en la carpeta de proyectos!!!
Dejamos con
pena Ayutthaya y de nuevo a Bangkok, queriendo huir de la vorágine de semejante
megápolis nos alojamos cerca del
aeropuerto para salir a la mañana siguiente. Aun así fue un día de contrastes,
del caos de tráfico a un metro con pasillos ultramodernos, descomunales y limpios,
con la élite económica del país moviéndose con prisa, con sus modas y formas
tan distintas a las vistas hasta ahora. Conectamos con el Skytrain que si el
GPS no nos engañaba ¡iba a ciento y muchos Kms/h!. Y para acabar el día
seguimos con los contrastes, a unos minutos paseando del hotel nos encontramos
con un moderno centro comercial y mercadillos caros de artículos de moda o que
lo pretendían ser y en dirección opuesta un mercado popular con sus cientos de
puestos de comidas de todo tipo, sin turistas, de cosas a veces extrañas,
colorido y ruidoso, donde sentados en unos escalones nos tomamos nuestro último
pad thai embebidos en las últimas imágenes de este país
Siempre que
llegamos a un destino descender del
avión ya es impactactante, de golpe
te das cuenta que el viaje empieza de verdad. Esta vez ha sido también así,
bajas del aparato con el jet-lag y te encuentras con un calor húmedo y sofocante, miras los
rasgos tan diferentes de la gente, te sientes un poco perdido, cansado pero ansioso por empezar. Pasar todos los trámites del aeropuerto y hacer el siempre largo trayecto al hotel es el rito iniciático. Por muy cansado que estés siempre abres mucho los ojos ante tanta imagen nueva y sorprendente.
Bangkok nocturno
Nuestro primer día
llegamos a las siete de la mañana hora local, tras descansar unas horas nos
fuimos paseando por el barrio chino que estaba al lado. Dicen que el de Bangkok
es de los más auténticos de Asia y me lo creo. Empezamos andando por una acera
llena de puestecillos donde la gente vende lo poco que tiene, los escaparates muestran
motivos que a nosotros nos recuerdan a nuestros restaurantes chinos pero en cantidades
industriales, de un intenso dorado, ya más
en su interior nos sorprende la gran cantidad de locales para comer marisco que
se muestra fresco y de calidad, los mercados sin embargo están llenos de
puestos que venden multitud de cosas que no sabemos que son, ni siquiera si lo
que venden es animal o vegetal, peces o incuso larvas gigantes. La primera
noche nos regalamos una cena de marisco que no nos acabó de gustar, no por
mala calidad, sino porque su forma de cocinar tan diferente a la nuestra. Al
día siguiente hicimos un circuito por los canales de la ciudad, visitando varios
templos ( Wat Arun, Wat Pho,Wat Phra Krew…), al inicio de la vista conocimos a una pareja de Madrid con los
que pasaríamos el intenso día, no vimos todo lo más conocido, en el Palacio
Imperial había grupos de turistas chinos que se juntaban por miles, aquello
era un caos de colas, gritos y empujones, así que esto nos lo saltamos y nos
dedicamos a callejear por la ciudad. que finalizamos en un maravilloso paseo
nocturno por esos canales y acabamos el día con cena en un restaurante chino
que como suele ser en estos lares no hay nada en inglés y no sabes nunca bien lo que has pedido ,pero el ambiente calcado a una escena de Blade Runner hizo este momento difícil de olvidar
Wat Phra Singh. Chiang Mai
Dedicamos un día a visitar los mercados, tal
vez no acertamos con el día pero se nos rompió el mito de su exotismo, del lugar
perfecto para encontrar gangas y buenas imitaciones.
No eran sitios especiales, ni especialmente baratos y los vendedores no fueron nada amables
Continuamos viaje al norte del país, a Chiang
Mai. Tailandia tiene, o tenía, fama del destino ideal para lujo barato, esto ya
no es así, pero muchas cosas si lo siguen siendo y una de ellas son los vuelos interiores.
Mucha gente hace este viaje en tren nocturno, bastante más barato pero por 30
euros en unas pocas horas estamos en nuestro destino. Chiang Mai es famosa por
ser una ciudad tranquila, con muchos y bellos templos, con una gastronomía particular,
muy variada, hasta el omnipresente pad thai tiene multitud de variantes. Es el
punto de inicio para alcanzar otras zonas del país menos masificadas por el turismo y hay gran cantidad de posibilidades de actividades al aire libre: excursiones,
rafting, visita a centros de cuidado de elefantes. Esto de los elefantes es un
tema que no llegué a entender completamente, por todos los sitios venden que los archiconocidos
paseos en elefante son una forma de maltrato hacia estos animales, pero por
todo el país había turistas montados... Nosotros tras la consabidas visitas a los templos,
elegimos una excursión de varios días, en ella empezamos bañándonos en unas maravillosas
pozas al pie de preciosas cascadas, continuamos
por una excursión por la selva (trekking le llaman, ¡je!) que finalizó con una visita a un centro de
cuidado de elefantes y un final descendiendo en balsas de bambú por el río Mae Ping. El
“trekking” fue un curioso paseo, me gustó la experiencia de caminar oyendo el
ruido de la jungla, siempre rodeados por el chillido de millones de, supongo, cigarras o no sé qué otro animal.
De hecho la primera vez que oímos este ruido, en el templo de Doi Suthep, muchos turistas
pensábamos que era alguna alarma averiada. En la excursión pasamos del calor
con el ruido de la jungla a andar bajo la lluvia del monzón. Esa noche dormimos en una gran cabaña de madera en un poblado de cuatro chabolas, con dos chicas y una familia
alemanas y dos canadienses de origen chino. No se me olvidará cuando me
levanté a orinar por la noche,
despertado por unos temblores bruscos en la casa y descubrir en el preciso
momento al alumbrar con el frontal a dos enormes búfalos de agua a mi lado frotándose
con los postes que sujetaban la estructura.
Chadi de Wat Chiang Mai
Continuamos la ruta andando al día siguiente
para acabar en el centro de acogida de elefantes, como buenos turistas les dimos de comer y yo me metí al río de chocolate con ellos para bañarlos,
con cierta aprensión por miedo a un un pisotón. Mala cara me pusieron el resto
de turistas cuando me subí al lomo de uno de ellos tras la invitación de los cuidadores.
Quedaba el descenso final por el río, es un recorrido en balsas de troncos de
bambú, es un descenso tranquilo, incluso se puede ir de pie sin problemas, pero
aquí tuvimos el momento-aventura del viaje. En un momento dado el guía de la
balsa principal nos indica que nos pongamos los chalecos salvavidas y que nos
sentemos, estamos en pleno monzón y vemos que las lluvias previas han hecho crecer
el caudal que baja cada vez con mayor fuerza. Vemos que esta aumenta y vemos
también que nuestro guía, que maneja la balsa con una pértiga anda un poco
despistado, rozando alguna que otra piedra, en uno de sus despistes vemos de frente
una gran roca y que nosotros nos dirigimos directos hacia ella, se da cuenta
tarde y le es imposible controlar la dirección, no podemos sino ver cómo vamos a
ella de cabeza, el impacto es fuerte, la balsa se parte por la mitad quedando
sujeta a la piedra por la fuerza del agua pero a punta de saltar río abajo,
nuestras mochilas salen volando llevadas por la corriente pero nosotros nos habíamos aferrado bien a los troncos de bambú al ver venir el golpe. Hay gritos y mucho nerviosismo,
nuestro guía ha saltado al agua, la chica que iba en primer lugar queda apenas sujeta en el extremo izquierdo de la
balsa, Estefanía al vértice de roca, el turista alemán está bien sujeto
delante de mí pero yo quedo poco y mal agarrado al extremo derecho de los troncos, el agua me lleva pero al
final y con gran esfuerzo consigo alzarme también al extremo de la roca. Los
otros guías dejan a sus clientes en la orilla y saltan al agua,no sé cómo recogen las
mochilas que se lleva la corriente y nos gritan que saltemos
al agua pero nadie se atreve. La balsa en cualquier momento iba a saltar corriente
abajo. Al final, los otros guías sacaron una cuerda de no sé dónde, y nadando
hacia nosotros hicieron un pasamanos por el que nos acercamos a la orilla. Al
final mi cámara de fotos perdida y un buen susto fueron las únicas
consecuencias. Una vez todos a salvo, se perdieron en las selváticas paredes del
barranco por el que viajábamos y en un momento, con troncos de bambú, repararon
las embarcaciones para finalizar la aventurilla sin más contratiempos.
En el río Mae Ping
Aún nos
quedaría tiempo en Chiang Mai para visitar las piscinas termales próximas a la
ciudad, sus mercados y de lo que más nos gusta del país, su siempre variada y
sorpresiva gastronomía, tanto en la calle como en sus locales. Recordaremos con
cariño a aquella pareja de abuelos que nos hicieron de guías y taxistas en Chiang Mai, cuya vida giraba en
torno a su coche, y esto es tan literal que su vivienda era la misma bajera
donde lo guardaban
Seguimos huyendo del
barro y Tierra Estella por su clima más
soleado y seco siegue siendo una muy buena opción. Este recorrido circular que
une estos dos pueblos es una ruta sencilla y con poco desnivel, pero buscar las pistas de grava es la
única forma de huir del barro, sin
embargo es curioso pasar por la zona conocida como El Romeral, que recuerda a algunos barrancos de Las Bardenas. En esta ocasión y por despiste no pasamos por el pueblo de Lazagurria pero dejo más abajo el track que cruza este pueblo y finaliza por el Camino de Santiago.El recorrido se puede
acortar si desde Torres del Rio se continúa la Ruta Jacobea hasta Viana pero no es recomendable fuera del otoño avanzado o invierno por la gran afluencia de peregrinos
El Pavo es una marcha de btt que desde hace 5 años organiza
el Club Ciclista Le Chien Belge en Tierra Estella, en el pueblo de Muniain de la Solana. En este tiempo se han multiplicado el número
de participantes, de 26 el primer año a casi 400 en este. Las
ganas de participar en estas marchas en esta parte del año de escasas citas de este tipo y el
buen ambiente hacen que esta marcha tenga cada vez más éxito. Es una marcha
popular, que al menos esta edición resultó técnicamente fácil, si bien los
5 días de lluvias precedentes embarraron mucho el recorrido obligando a recortarlo casi unos 8 kilómetros Sin embargo no decepcionó, la variedad del
terreno, el barro, los disfraces y el
estupendo bocadillo de txistorra final con su cervecita nos dejaron con ganas para la
siguiente edición