lunes, 15 de enero de 2018

Tailandia. Agosto 2017. parte 1.Bangkok y Chiang Mai.


Wat Pho

    Siempre que llegamos a un destino  descender del avión ya es impactactante, de golpe te das cuenta que el viaje empieza de verdad. Esta vez ha sido también así, bajas del aparato con el jet-lag y te encuentras con un calor húmedo y sofocante, miras los rasgos tan diferentes de la gente, te sientes un poco perdido, cansado pero ansioso por empezar. Pasar todos los trámites del aeropuerto y hacer el siempre largo trayecto al hotel es el rito iniciático. Por muy cansado que estés siempre abres mucho los ojos ante tanta imagen nueva y sorprendente.

Bangkok nocturno
    Nuestro primer día llegamos a las siete de la mañana hora local, tras descansar unas horas nos fuimos paseando por el barrio chino que estaba al lado. Dicen que el de Bangkok es de los más auténticos de Asia y me lo creo. Empezamos andando por una acera llena de puestecillos donde la gente vende lo poco que tiene, los escaparates muestran motivos que a nosotros nos recuerdan a nuestros restaurantes chinos pero en cantidades industriales, de  un intenso dorado, ya más en su interior nos sorprende la gran cantidad de locales para comer marisco que se muestra fresco y de calidad, los mercados sin embargo están llenos de puestos que venden multitud de cosas que no sabemos que son, ni siquiera si lo que venden es animal o vegetal, peces o incuso larvas gigantes. La primera noche nos regalamos una cena de marisco que no nos acabó de gustar, no por mala calidad, sino porque su forma de cocinar tan diferente a la nuestra. Al día siguiente hicimos un circuito por los canales de la ciudad, visitando varios templos ( Wat Arun, Wat Pho,Wat Phra Krew…), al inicio de la vista conocimos a una pareja de Madrid con los que pasaríamos el intenso día, no vimos todo lo más conocido, en el Palacio Imperial había grupos de turistas chinos que se juntaban por miles, aquello era un caos de colas, gritos y empujones, así que esto nos lo saltamos y nos dedicamos a callejear por la ciudad. que finalizamos en un maravilloso paseo nocturno por esos canales y acabamos el día con cena en un restaurante  chino que como suele ser en estos lares no hay nada en inglés y no sabes nunca bien lo que has pedido ,pero el ambiente calcado a una escena de Blade Runner hizo este momento difícil de olvidar

Wat Phra Singh. Chiang Mai

   Dedicamos un día a visitar los mercados, tal vez no acertamos con el día pero se nos rompió el mito de su exotismo, del lugar perfecto para encontrar  gangas y buenas imitaciones. No eran sitios especiales, ni especialmente baratos y los vendedores no fueron  nada amables
   Continuamos viaje al norte del país, a Chiang Mai. Tailandia tiene, o tenía, fama del destino ideal para lujo barato, esto ya no es así, pero muchas cosas si lo siguen siendo y una de ellas son los vuelos interiores. Mucha gente hace este viaje en tren nocturno, bastante más barato pero por 30 euros en unas pocas horas estamos en nuestro destino. Chiang Mai es famosa por ser una ciudad tranquila, con muchos y bellos templos, con una gastronomía particular, muy variada, hasta el omnipresente pad thai tiene multitud de variantes. Es el punto de inicio para alcanzar otras zonas del país menos masificadas por el turismo y hay gran cantidad de posibilidades de actividades al aire libre: excursiones, rafting, visita a centros de cuidado de elefantes. Esto de los elefantes es un tema que no llegué a entender completamente, por todos los sitios venden que los archiconocidos paseos en elefante son una forma de maltrato hacia estos animales, pero por todo el país había turistas montados... Nosotros  tras la consabidas visitas a los templos, elegimos una excursión de varios días, en ella  empezamos bañándonos en unas maravillosas pozas al pie de preciosas cascadas, continuamos  por una excursión por la selva (trekking le llaman, ¡je!)  que finalizó con una visita a un centro de cuidado de elefantes y un final descendiendo en balsas de bambú por el río Mae Ping. El “trekking” fue un curioso paseo, me gustó la experiencia de caminar oyendo el ruido de la jungla, siempre rodeados por el chillido de millones  de, supongo, cigarras o no sé qué otro animal. De hecho la primera vez que oímos este ruido, en el templo de Doi Suthep, muchos turistas pensábamos que era alguna alarma averiada. En la excursión pasamos del calor con el ruido de la jungla a andar bajo la lluvia del monzón. Esa noche dormimos en una gran cabaña de madera en un poblado de cuatro chabolas, con dos chicas y una familia alemanas y dos canadienses de origen chino. No se me olvidará cuando me levanté  a orinar por la noche, despertado por unos temblores bruscos en la casa y descubrir en el preciso momento al alumbrar con el frontal a dos enormes búfalos de agua a mi lado frotándose con los postes que sujetaban la estructura.

Chadi de Wat Chiang Mai

Continuamos la ruta andando al día siguiente para acabar en el centro de acogida de elefantes, como buenos turistas  les dimos de comer y yo me metí  al río de chocolate con ellos para bañarlos, con cierta aprensión por miedo a un un pisotón. Mala cara me pusieron el resto de turistas cuando me subí al lomo de uno de ellos tras la invitación de los cuidadores.



   Quedaba el descenso final por el río, es un recorrido en balsas de troncos de bambú, es un descenso tranquilo, incluso se puede ir de pie sin problemas, pero aquí tuvimos el momento-aventura del viaje. En un momento dado el guía de la balsa principal nos indica que nos pongamos los chalecos salvavidas y que nos sentemos, estamos en pleno monzón y vemos que las lluvias previas han hecho crecer el caudal que baja cada vez con mayor fuerza. Vemos que esta aumenta y vemos también que nuestro guía, que maneja la balsa con una pértiga anda un poco despistado, rozando alguna que otra piedra, en uno de sus despistes vemos de frente una gran roca y que nosotros nos dirigimos directos hacia ella, se da cuenta tarde y le es imposible controlar la dirección, no podemos sino ver cómo vamos a ella de cabeza, el impacto es fuerte, la balsa se parte por la mitad  quedando sujeta a la piedra por la fuerza del agua pero a punta de saltar río abajo, nuestras mochilas salen volando llevadas por la corriente pero nosotros nos habíamos aferrado bien a los troncos de bambú al ver venir el golpe. Hay gritos y mucho nerviosismo, nuestro guía ha saltado al agua, la chica que iba en primer lugar queda apenas sujeta en el extremo  izquierdo de la balsa, Estefanía al vértice de roca, el turista alemán está bien sujeto delante de mí pero yo quedo poco y mal agarrado al extremo derecho  de los troncos, el agua me lleva pero al final y con gran esfuerzo consigo alzarme también al extremo de la roca. Los otros guías dejan a sus clientes en la orilla y saltan al agua,no sé cómo recogen las mochilas que se lleva la corriente  y nos gritan que saltemos al agua pero nadie se atreve. La balsa en cualquier momento iba a saltar corriente abajo. Al final, los otros guías sacaron una cuerda de no sé dónde, y nadando hacia nosotros hicieron un pasamanos por el que nos acercamos a la orilla. Al final mi cámara de fotos perdida y un buen susto fueron las únicas consecuencias. Una vez todos a salvo, se perdieron en las selváticas paredes del barranco por el que viajábamos y en un momento, con troncos de bambú, repararon las embarcaciones para finalizar la aventurilla sin más contratiempos. 


En el río Mae Ping

   Aún nos quedaría tiempo en Chiang Mai para visitar las piscinas termales próximas a la ciudad, sus mercados y de lo que más nos gusta del país, su siempre variada y sorpresiva gastronomía, tanto en la calle como en sus locales. Recordaremos con cariño a aquella pareja de abuelos que nos hicieron de guías  y taxistas en Chiang Mai, cuya vida giraba en torno a su coche, y esto es tan literal que su vivienda era la misma bajera donde lo guardaban

Y como no, el video resumen:


No hay comentarios:

Publicar un comentario