El Aspe es
una de esas montañas que subo casi todos los años. Algunos más de una vez pues
por su vertiente sur tiene una esquiada que me encanta.El monte tiene de
todo, varias rutas normales, escaladas en roca, corredores, aristas… y todas tienen
un ambiente diferente.
Eso sí, es mejor venir cuando esta todo seco, bien nevado o
al menos con nieve bien asentada.Hoy, los neveros que quedan en un suelo tan agrietado y caótico como es el karst de la
vertiente de Aisa, al estar sobre una roca todavía caliente y llena de huecos
se convirtieron en un terreno muy incómodo de andar. No sabías si la nieve aguantaría tu peso, si te hundirías hasta el tobillo, la rodilla, la cintura o como me
pasó una vez hasta el cuello. A punto
estuve de darme la vuelta al seguir una línea de hitos que transcurrían por una
zona particularmente pendiente y hueca, tras un par de sustos (sobre todo el comentado, me hundí hasta
los hombros sin tocar fondo) vuelvo tras mis pasos y con tiento llegó a la Brecha
del Aspe, donde ya sin problemas y con los pinchos hasta la cima. La bajada por
una ruta con más roca y con huella fue más cómoda aunque había que seguir yendo
con cuidado