Hoy es mi
último día en Andorra. Salgo de Arinsal con un cielo sin una nube pero al aparcar ya alguna asoma en el horizonte. Voy subiendo hasta encontrar el refugio de L’Estany
en un idílico lugar. Perfectamente equipado, hasta con leña. Asciendo por un sendero
en una larga media ladera pero al llegar al refugio de chapa del Estany Forcat, ya el cielo está muy gris y en el en el
laguito de que se encuentra un poco por encima ya no se ve nada. El camino creo
que no plantearía ninguna dificultad pero al ir solo y no haber un alma en el
valle decido darme la vuelta. Fue una buena idea pues una tremenda tromba de
agua me pilla poco después. Lo justo para llegar al coche bien calado. Como
buena tormenta de verano, ya cambiado sale el sol permitiéndome disfrutar como una
lagartija de mis últimas horas en Andorra
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