Este viaje puede ser ejemplo de aquello de que el
que la sigue la consigue. Y es que estaba programado para el 2020 pero justo
cuando volamos se cerraron las fronteras del mundo y a nosotros en casa. Dos
años más tarde la situación había
mejorado y unos cuantos decididos retomarlo. Había muchas dudas por la inseguridad
del covid y no ayudaba la mala prensa que los medios de comunicación generales hacen con Irán. Familias
y amigos nos advertían sobre el régimen de los ayatolas pero al
final ningún miedo tuvo su base. A favor teníamos la información que viajeros
independientes nos habían trasladado del país: una maravilla.
Viajamos a
las montañas al Alborz, al norte del país y que discurren paralelas al mar Caspio.
Una cordillera de 600 km en este país (1600 kms de extremo a extremo)
con más de 200 cuatromiles y con el sabor de lo poco conocido
Ya teníamos de aquel año la logística organizada. Hamid
un guía de montaña local se encargó de ello y de los
visados. Allí nos esperarían Major, su ayudante y una estupenda cocineras: Nargest. Y esto no lo digo porque
si. Nos cuidaron tan bien como nos sorprendió el país, sus montañas y sus gentes
Que gustazo da ver lo bien que lo pasáis, me encantan esos espacios tan abiertos, esas montañas. Me da vértigo la velocidad con la que descendeis, miedo a perder el control,bueno yo no sé esquiar.Que guay el horno!esas tortas estarían riquísimas.Buenas vivencias, bien acompañado,buenos recuerdos.a seguir disfrutando. Gracias Javier.
ResponderEliminarLa vida son cuatro momentos, que si te lo permite, hay que exprimir.Gracias anónim
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