lunes, 6 de octubre de 2025

Travesía Arolla Saas Fee. Parte 2. Ascensiones al Allalinhorn y Breithorn


Hoy intentaremos el Allalinhorn, uno de los cuatromiles clásicos de la zona de Saas-Fee. Desde el refugio Britannia, casi sin darnos cuenta, nos plantamos en la parte alta de las pistas de esquí. Es curioso ver los montones de nieve almacenados con regla para mantener las pistas en verano.


Saliendo del Britania Hütte

Pronto dejamos atrás los ruidos y las estructuras metálicas, y avanzamos por las laderas, rodeados de grietas. Poco a poco ascendemos hasta el collado, donde ya no hay grietas visibles. Allí nos encordamos y continuamos por pendientes suaves hasta la antecima. Cambiamos esquís por crampones y, tras recorrer una corta, afilada, sencilla y espectacular cresta, alcanzamos la cruz de la cumbre.

Estamos contentos, y no es para menos. Llevamos varios días disfrutando y esto es la guinda del viaje, aunque todavía no ha terminado.

Camino del Allalinhorn

Comenzamos el descenso por nieve algo dura, pero a partir del collado la nieve se transforma, e incluso encontramos tramos de nieve polvo. La bajada, bordeando las enormes grietas del glaciar, resulta espectacular. Finalmente llegamos a las pistas de esquí, donde toca bajar, bajar y bajar… por pistas larguísimas hasta el mismo pueblo, pasando de un entorno glaciar a la plena primavera.

Nos toca buscar ahora nuestro alojamiento, en un valle bastante alejado de la zona. Al tomar el autobús, un simpático chófer, encantado de escucharnos, nos dejó pasar gratis, pues le recordamos que le quedaba poco para jubilarse e irse a vivir a Canarias con sus 60 años. Ya sabe ya.

Con temperaturas veraniegas vamos enlazando autobuses y trenes hasta el alojamiento. No somos los únicos: por el camino suben y bajan esquiadores con todo el equipo de travesía, en contraste con el calor que encontramos.

A la mañana siguiente llega nuestro último día. Deshacemos el recorrido anterior para intentar el Breithorn. El tiempo está cambiando y tenemos una ventana por la mañana, así que decidimos coger el teleférico desde Saas-Fee que nos deja en la parte más alta, confiando en que aguante.

Sin embargo, no es así. A mitad de la ascensión la niebla se nos echa encima y el viento arrecia. Alguna vez vemos algún esquí bajar como un misil sin su esquiador. Y así, poco a poco, seguimos ascendiendo hasta la cumbre.

De vez en cuando nos adelantan corredores que entrenan por parejas, encordados y perfectamente sincronizados. Otro deporte. 

Al final, en la cima, Isra —que es perro viejo— nos conduce unos metros hacia otra vertiente, donde el viento amaina lo suficiente como para prepararnos para el descenso. Eso sí, sin perder un minuto 

Cuando iniciamos la bajada, volvemos a ver cómo, en medio de la niebla y el intenso viento, algún esquiador pierde un esquí, que se desliza como un bólido ladera abajo.Esquí perdido imagino 

El descenso dista de ser glorioso: no encadenamos giros, bajamos lentamente, intentando no perder el contacto visual entre nosotros, pues la visibilidad es nula.

Ya en el teleférico, la visibilidad mejora y enlazamos con la parte alta de las pistas de Saas-Fee. De nuevo nos espera un descenso interminable por estas pistas enormes, que nos conducen otra vez al pueblo.

Estamos felices: ha sido todo un éxito de travesía.Cogemos de nuevo los trenes, rodeados de esquiadores que suben y bajan, hasta Arolla y, finalmente, a Ginebra. Tras una mañana de turismo, nos toca regresar a casa.

Ha sido un placer compartir estos días y no tengo más que agradecimientos para Isra, Nerea, Miguel y Javier