Para muchas culturas las montañas han sido y son lugares sagrados. Tierras que separan naciones y unen pueblos, lugares donde el hombre percibe fuerzas que apenas entiende y que sintiendo su intensidad,"se siente" libre. Y así busca su fuerza, su energía, su placer, en las alturas, en los vientos, en los colores, en los otros. Compartiendo el mundo con los dioses...Y yo me incluyo.
He aquí algunos de esos momentos
Con ansia viva de seguir pisando nieve llego a Astún. El termómetro del coche marca seis bajo cero, sopla un viento que mueve el vehículo y una neblina difumina todas las cumbres por el viento que levanta la nieve. Y así, forrado como si estuviera en el Himalaya, con chaqueta y manoplas gordas y la cara totalmente tapada, agacho la cabeza contra el viento y tiro para arriba.
No hay mucha nieve, pero está muy irregularmente repartida. No está ni para esquiar ni para andar; ni siquiera para ir con raquetas. A veces la nieve me llega hasta la cintura, otras solo al tobillo; en más de una ocasión meto el pie en algún arroyo escondido. No sé si es mi baja forma o si son las condiciones, pero cuando llega el momento de alcanzar el Ibón de Escalar estoy a punto de darme la vuelta, pues me está costando el doble o el triple de lo habitual.
Sin embargo, una vez allí, veo que los montes de alrededor, aunque blancos, tienen poca nieve y se puede andar bien, así que decido subir al más cercano: el Pico Escalar, que entre hierbajos y nieve me permite llegar arriba sin problemas. Una vez allí, para el viento, así que el descenso - con la huella ya hecha - poco a poco y ya sobrando ropa, resulta cómodo. Pero ya he tenido bastante por hoy.
Como otros años, aprovechamos los días de invierno para recorrer rincones del interior de la península, especialmente de Castilla, para disfrutar de su increíble patrimonio, su apabullante historia y su riqueza gastronómica, que con estas temperaturas es cuando más se aprecia. Y con la luz rasa de estas fechas y el frío, me ayudan a intuir aquel carácter duro y aventurero que llevó a Castilla a extenderse, descubrir... y también morir... por todo el mundo.
Y no todo fueron monumentos. Fue un agradable sorpresa descubrir el enorme cañón granítico de Arribes del Duero y conocer la otra orilla del río en el país vecino. Y el Lago de Sanabria , el lago glaciar más grande de la península. Un lugar precioso, con un importante legado cultural. Lo que nos hace comprender mejor y doler, por el destrozo que el fuego provocó hace unos meses
Burgos, una parada en el camino
El Duero, a su paso por Zamora
Arriba y abajo, la catedral de Zamora
Puerta en la Catedral de Zamora
Arriba y abajo, frescos flamencos
del Museo catedralicio de de Zamora
Alcázar de Toro
Colegiata de Santa María La Mayor . Toro
Iglesia visigoda San Pedro de la Nave (680-711)
Muy pocas Iglesias visigodas se conservan, aunque esta no está en su lugar original , pues hubiera quedado en el fondo del pantano de Ricobayo
Arriba y abajo, Arribes del Duero
Decoración navideña muy británica en Miranda do Douro (Portugal)
Arriba y abajo. Colegiata Santa María la Mayor .Toro
Llevaba un puñado de años intentando que este viaje saliera adelante. Tenía ganas de pedalear por este desierto, junto al mar y en este terreno volcánico, Y al final, en un mes de octubre, mi hermano y yo dejamos atrás nuestro - antaño - húmedo y oscuro norte y, sin darnos cuenta, aterrizamos en un mundo blanco y azul: el blanco reluciente de las casas y los azules del cielo y del mar.
Empezamos el primer día en Puerto del Carmen. Rodamos varios kilómetros por paseos marítimos viendo la vida del turista pasar , que aquí pasa con mucha, mucha calma. De pronto, dejamos lo urbano y nos adentramos en otro planeta. Todo se vuelve de color ocre, rojizo y a veces negruzco. Con volcanes a lo lejos y el mar de azul intenso, a veces enfrente y a veces al lado
Entramos en Marte
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Llegando a Charco del Palo, pueblo nudista
La ruta no tiene mucho desnivel pero la kilometrada es importante y , en ocasiones, el terreno es difícil de pedalear por lo pedregoso o por los bancos de arena. Finalmente llegamos a Órzola, donde, para rematar, una agradable travesía en ferry nos dejaría en la isla de La Graciosa.
La mañana siguiente empezamos pedaleando por un decorado de la película El Bueno, el Feo y el Malo, por calles cubiertas de arena de playa y entre casas muy, muy blancas. Enseguida nos metemos en este entorno marciano para después ir bordeando un Atlántico bravo
Pedaleando por La Graciosa
De pronto nos encontramos con una bahía mágica, cerrada por un lado por una montaña de color amarillo azufre que deja muy claras sus raíces volcánicas. Estos colores y un cielo velado le dan una luz y unos tonos irreales. Estamos aquí disfrutando un buen rato, hasta que empiezan a llegar todoterrenos cargados de turistas. Salimos huyendo y nos vamos cruzando con más turistas, pero estos con otra filosofía, todos van en bicicleta.
Montaña Mágica, no se aprecian bien los colores
Así llegaremos a la playa de Las Conchas, un rincón paradisíaco : arena blanca y aguas azul turquesa, pero del que, sin embargo, nos aconsejaron vivamente no meternos por la gran resaca que debía haber. Continuamos después ya solos, bordeando pequeñas playas, algún acantilado y pedaleando por pasillos de arena blanca, que a veces nos hacen echar el pie a tierra
Playa de la Conchas
Pasamos por Pedro Barba, otra playa con casas de turismo local donde sí podremos bañarnos, pero nosotros, de secano como somos, decidimos almorzar y acabar tranquilamente la etapa. Toca pasar una tarde agradable entre cervezas y viendo anochecer en este pueblito de cuento que es Caleta del Sebo
Atardecer en Caleta del Sebo
Nuestra tercera etapa empieza como acabó hace un par de días. Amanecemos en Caleta de Sebo, cogiendo el ferry que nos deja en Órzola, donde desayunaremos para adentrarnos después en senderos entre pequeños cultivos de color negro, y después entre parcelitas con chumberas secas. Resulta un potente contraste entre este color negro, las casas blancas al fondo y el mar que rodea todo.
primeras cuestas desde Orzola
Subimos por rampones a veces imposibles, hoy predomina un color más negruzco hasta llegar a la carretera, que enseguida nos deposita en el Mirador del Río, uno de los grandes atractivos turísticos de la isla, con las esculturas de César Manrique.
La Graciosa desde el Mirador del Río
Nosotros pasamos de largo y seguimos unos pocos kilómetros por carretera, con espectaculares vistas hacia la isla de La Graciosa, que hace un rato acabamos de dejar. Estamos a unos 500 metros de altura sobre el nivel del mar, y las vistas son impresionantes. Pasamos por un pueblito de nombre curioso —Ye— y nos dirigimos otra vez hacia lel perfil de los acantilados que caen hacia el mar. Hoy puede ser el día más espectacular y, desde luego, el de mayor desnivel.
Risco de Famara
Tras pasar por los preciosos pueblos de Haría y Teguise, aún nos queda un puerto eterno que nos llevará a la preciosa ermita de la Virgen de las Nieves. Bajamos ya sin parar por anchas pistas primero y después rodeados de este entorno tan curioso hasta el pueblo de Famara, bajo los acantilados que bordeamos hace un rato, 500 metros por encima. Nos sentimos marcianos con nuestras bicis en este ambiente tan hippie y surfero.
Siempre hace ilusión las primeras nieves, anuncian el invierno, aunque hace muchos años que tristemente no tienen continuidad y pueden pasar meses hasta sacar los esquís del letargo . Pero ya el ambiente y la luz cambian. Empieza otra montaña, más exigente y también mas bella
O como hacer todo el cordal de la Sierra en una curiosa circular. Con más de 1000 m de desnivel, que no es fácil en esta zona de cumbres modestas. Muy buenas vistas desde los montes vascos más conocidos hasta las cumbres de el resto de Tierra Estella
Monte que subí desde Virgala Mayor, o cerca, con buenas vistas sobre el nunca suficientemente bien ponderado para la BTT Parque Natural de Izki. Monte con el nombre que tomó el gigante Offerus tras servir al diablo y comprobar que este no era tan poderoso
Recuerdo de unos días de este verano en la Costa da Morte, adonde fuimos huyendo del calor y del turismo masificado, en busca de tranquilidad y buena comida.Y acertamos, como otras veces.
Lo recuerdo especialmente porque tengo muy presente el infierno que sufrirían unas semanas más tarde, con los enormes incendios que arrasaron una parte fe Galicia. Una gran pérdida
Monte O Veladoiro
Cabo Finisterre desde la subida a O Veldoiro
Playa Langosteira
Desde el Faro de Finisterra
Arriba y abajo, Santuario de la Virgen de A Barca
Faro Vilán
Esta y las tres guientes, en el monte O Pindo, el Olimpo celta le dicen