Para muchas culturas las montañas han sido y son lugares sagrados. Tierras que separan naciones y unen pueblos, lugares donde el hombre percibe fuerzas que apenas entiende y que sintiendo su intensidad,"se siente" libre. Y así busca su fuerza, su energía, su placer, en las alturas, en los vientos, en los colores, en los otros. Compartiendo el mundo con los dioses...Y yo me incluyo.
He aquí algunos de esos momentos
Os dejo un video corto de esta maravilla que es la montaña alavesa, un rincón con cientos de kilómetros de senderos por hayedos. Una naturaleza donde el hombre es una parte mas del medio, donde lo aprovecha si, pero también lo cuida y protege pues sabe bien de su valor
Este día hice la marcha que en este pueblo tan pequeño organizan sus escasos vecinos el último fin de semana de octubre , posiblemente la última marcha del calendaro btt
Hoy subiremos a la Font Blanca, partiendo desde un par de kilómetros por debajo de las pistas de esquí de Ordino Arcalís. Empezamos porteando remontando paralelos al rugiente río del Camí Vell.
En un collado a 2700 metros aparece a nuestra derecha, la pirámide cimera de la Font Blanca, recortándose como una aleta de tiburón. Tras las típicas felicitaciones, enfilamos el descenso por su cara suroeste que, con una nieve perfecta, nos permitirá disfrutar de una esquiada mantenida de 400 metros de desnivel y una pendiente de hasta 40º. Una auténtica maravilla.
Tras un descanso y contentos por semejante regalo emprendemos de nuevo el camino de regreso al collado precima,y de allí descender hasta los coches. El tiempo no nos permitiría más actividad , así que este será el broche final a mi temporada de esquí de montaña
Hoy salimos porteando de un precioso valle: la Coma de Ransol. Ascendemos porteando y dejando a la derecha el río "dels Meners"que baja con "buen trago" hasta que ponemos tablas en unos 30-40 minutos. Bordeamos el Estany de La Mina, llegamos al Coll de la Mina y con los esquis puestos hasta la cumbre,. a la que llegamos con una ventolera que levanta la boina. En la bajada hasta el collado intentamos mantener distancia de seguridad pues hay bastante nieve muy cargada de humedad. Después por nieve pudresca pero esquiable hasta el punto donde nos pusimos los esquis, los colocamos en la mochila y lloviendo, como estaba previsto hasta el coche
Una buena cuadrilla de veteranos esquiadores del Club Deportivo Navarra nos juntamos ,para muchos de nosotros, disfrutar las últimas esquiadas de la temporada. La incertidumbre en cuanto a la nieve es mucha, menos en cuanto al tiempo, pues seguramente hará malo, lo que nos obligará a aprovechar las ventanas que se presenten por la mañana.
Ariba, Kalku llega a la cumbre del Cataperdís, donde posamos todos debajo
Hoy empezamos con los esquís puestos en las pistas de esquí de Ordino. Nada mal para un 1 de mayo. Subiremos por la pista hasta su final, para luego, por una amplia pala, llegar a la cresta que separa los picos de Cataperdís y Arcalís. Al primero se sube andando por una cómoda cresta; al segundo, con pasos de mixto, a veces un poco expuestos. El tiempo nos hizo dudar: al empezar la cresta empezó a llover, luego paró, y volvió a llover arriba. Pero al final, el tiempo no respetó y bajamos esquiando otra vez hasta los coches. Lo dicho, nada mal para no ser de los macizos típicos de final de temporada.
Aquel bandolero del siglo XV, Sancho de Rota, o Sanchicorrota, o Sanchorota, seguro que se escondió en rincones como el Vedado de Eguaras ,por donde paso en esta ruta. Un valle escondido en El Plano, en la Bardena Blanca . Hasta hace muy poco era un vergel al que los sucesivos incendios han esquilmado, pero sigue siendo un bonito lugar. Posiblemente también subiría al otro punto importante de la ruta: la Punta de la Estroza, que tiene una de las mejores panorámicas de las Bardenas , resultando así un recorrido sencillo pero variado que recorre una parte de la Bardena Blanca
Hoy repito la primera edición de esta marcha BTT en Carcastillo, un pueblo “congozante” en el norte de La Bardena. El recorrido, en este caso el corto, me sorprendió mucho. Parece mentira que, en una zona tan árida, entre sus pinares, hayan encontrado sendas tan bonitas. Además, en esta época del año, la zona estaba especialmente verde.
Aunque el recorrido era corto, algunos tramos son bastante técnicos. Todavía me duele el costado después de salir volando tras un pequeño escalón. Algunas sendas, en ese momento, estaban totalmente tragadas por las ortigas. Una vez dentro, no se me ocurrió otra cosa que empujar la bici por delante, intentando apartarlas, pues me llegaban hasta el cuello. Menos mal que iba de largo y, para mi sorpresa, no he tenido mayores consecuencias tras ese tramo
Partimos entre las grietas del glaciar cubiertas de piedras, bajo la sombra de paredes inmensas por las que retumban aludes de rocas. Hay discusiones entre la guía y el cocinero/jefe de los porteadores sobre el camino a seguir, pero pronto , estos,nos demuestran que lo conocen muy bien.
Ascendemos, dejando atrás el glaciar. El aire se enrarece y cada uno lleva su mal de altura como puede. Alcanzamos el Paso Francés, a 5.300 metros. Allí, nuestra guía realiza su rito: se santigua de forma peculiar tres veces, da una vuelta al hito, reza y recoloca las banderas de oración. Un ritual que no entendemos, pero que respetamos en su solemnidad.
Postureo con el Dhaulagiri detrás
Desde aquí descendemos al Valle Escondido. Los glaciares quedan atrás. Todo es árido, inmenso. Las montañas y sus hielos se alejan. Bajamos rápido hasta las tiendas: aún dormimos a más de 5.000 metros. El frío cala hondo.
Campamento en el Valle Escondido
Al día siguiente subimos al Thapa Pass. El entorno es espectacular estamos rodeados de gigantes de siete y ocho mil metros. Los Annapurnas vigilan, eternos.
Los Anapurnas nos vigilan bajando a Yak Kharka
Descendemos por terreno nevado y niebla hasta Yak Kharka. Es la última noche en tienda. Menuda tarta de celebración nos regaló nuestro cocinero, no sabemos como pudo con tan pocos medios.
Marpha marca el regreso a la civilización.
Carreteras y coches. Un choque que hubiéramos preferido evitar.
Seguimos por el fondo de valle que forma el río Kali Gandaki, una de los más profundos del mundo . Primero por pista, luego entre arrozales. La etapa final nos regala millones de escalones cuesta abajo. Llegamos al final del trekking bendecidos con otro rito incomprensible para nosotros, ofrecido por la familia regente de un lodge. Y luego, el típico destartalado todoterreno que nos lleva de regreso a Pokhara.
En Katmandú, el viaje se cierra. El grupo se despide. Queda el recuerdo de la aventurilla vivida y los deseos de volver a compartir otras