Para muchas culturas las montañas han sido y son lugares sagrados. Tierras que separan naciones y unen pueblos, lugares donde el hombre percibe fuerzas que apenas entiende y que sintiendo su intensidad,"se siente" libre. Y así busca su fuerza, su energía, su placer, en las alturas, en los vientos, en los colores, en los otros. Compartiendo el mundo con los dioses...Y yo me incluyo.
He aquí algunos de esos momentos
Aprovechando un puente me bajo a la Rioja a conocer en bici
las sierras de Cebollera y Cameros. Ya es mala suerte, en esta eterna
sequía, el día anterior se pone a jarrear, Así que hoy, para primer día, elijo una
ruta sencilla buscando buenas pistas que no formen mucho barro. No fue para
tanto, y es que el terreno debía estar tan seco que apenas quedaron cuatro
charcos.
Un descubrimiento el pueblo y la zona donde comienzo, Villoslada de Cameros, en la vertiente norte de la Sierra de Cameros. Kilómetros de bosques de pinos, hayas y robles, la convierten en un estupendo destino para la bici
La de hoy es una ruta para disfrutar del bosque otoñal.
Desde los primeros metros rodamos entre hayas por el Camino de Santiago,
el bosque se hace más salvaje después, siguen prados y
carretera, que al estar rodeada de colores verdes y dorados la convierten en un
placer. Llevamos así al refugio de Sorogain, donde arranca una pista
tiesa y asfaltada que al tumbar asoma al Adí y a las montañas cercanas. Llegamos a las campas de
hierba más altas, donde ya empezamos con problemas con los cazadores. Alguno en
su palomera se cagó en todo al pasar nosotros por delante, saliendo
incluso con gesto amenazante. Lo de siempre, debe creer que el monte es para su
uso exclusivo. Nosotros ni caso, la campa se pone tiesa y empujando la bici
llegamos al Txasperro. Al bajar, enseguida nos metemos en un hayedo de cuento,
para salir por una pista casi verde que bordeando por el norte el Menditxipi baja después al valle. Otra vez pista arriba
entre hayas y prados hasta el Lindus. Más bosque de cuento y pista asfaltada
nos dejan rápidamente en el Puerto de Ibañeta. Aquí ya hay movimiento:
peregrinos, turistas, montañeros, pero sin masificaciones y todos, como
nosotros, disfrutando de las galas otoñales de la montaña.
Camino de Txasperro, Adi a nuestra espalda
Toca ahora la guinda
final, la dura subida al Collado de Lepoeder, por pista asfaltada, a veces rota
y a veces con tramos de muy duro sendero. Me cruzo con tropecientos peregrinos,
bajan por el camino más largo, no entiendo muy bien el por qué. Los coreanos, o
japoneses, que no se diferenciarlos hasta me hacen fotos. Llegó por fin al
último punto de subida, el Collado de Lepoeder. Espero y espero a Luis, que iba
por detrás pero siempre a la vista. A la media hora, ya preocupado tras
llamarle varias veces sin respuesta, me dice que está abajo. Se lió con el GPS
y se saltó este collado, tirando recto por el Camino de Santiago. Allá que voy
entonces, con cuidado de no salir volando por la cantidad de piedras y
peregrinos que hay en la mitad superior, la inferior está más limpia de
obstáculos y toca disfrute continuo por la senda hasta el coche. De nuevo otro
regalo otoñal
Esta etapa la copiamos al Club Deportivo Navarra que la hizo
hace unos 15 días. Salimos del pueblo de Isaba por carretera dirección al Puerto de
Laza, para una vez pasado Ustárroz tirar por pistas a nuestra derecha en
dirección al cordal fronterizo. Después de rodar por prados, en un
momento dado gira el camino y desciende rápido hasta el Puerto de Laza.
Seguimos por cómodas pistas rodeados de ganado y con vistas a los grandes del
Pirineo navarro y de los vallesde Ansó
y Hecho, hasta que cerca de donde arranca el descenso final nos desviamos 500 metros para ascender a
la cumbre de hoy: el monte Kakueta o Peñablanca. Dejamos las bicis entre los
bojes y andando subimos a esta redondeada cumbre sin más compañía que unas
ovejas. Deshacemos lo andado hasta las bicis y emprendemos el descenso. Este es
directo, por un hayedo ya otoñal, sobre
una alfombra de hojas, a veces ratonero, a veces técnico, pero muy muy
disfrutón y que nos deja directamente en el mismo pueblo de Isaba. Más directo
casi no se puede