lunes, 13 de mayo de 2024

Espelunciecha y Arroyeras. 20 abril 2024

   La ruta de hoy resultó  ser mi última con esquís esta temporada, una pena. Sin embargo fue una buena idea. En un Pirineo donde la nieve solo se ve entreverada entre cumbres nos encontramos que las pistas del Portalet en Formigal permiten ponernos los esquís en el coche. Internet hace de las suyas y somos muchos con la misma idea.

   Comenzamos  por las pistas, llegamos hasta la base del collado de Espelunciecha donde  una pala/corredor, de unos 40-45 grados, nos deja en dicho collado. De allí sin complicaciones a la cumbre, después  un descenso por la norte rápido hacia los lagos del Anayet donde nos paramos a disfrutar de un pequeño almuerzo al sol .Ascendemos después al  Arroyeras para enfilar un estupendo descenso por el barranco de Culibillas. Tanto  disfrutamos que nos despistamos y nos pasamos el desvío que a nuestra izquierda nos debía llevar al refugio de la Cabaña de la Glera. Llegamos así hasta las pistas de Sarrios de Formigal, pero un poco antes, al saltar un bache me encuentro con un agujero con  un buen arroyo debajo. Intento saltarlo pero no llevo ni velocidad ni técnica y me como el borde más lejano sin que el esquí salte. Siento mi pierna girar en espiral dentro de la bota mientras me magino lo peor. Dolorido, después de un buen rato consigo ponerme de pie, andar  lo poco que tuvimos que portear hasta la nieve y  foquear  hasta el collado de Batallero para descender definitivamente hasta el coche de aquellas maneras. Como dije, se acaba la temporada de esquí, una temporada escasa de nieve porque no ha caído, por  las obligaciones   y finalmente por la lesión que me dejó esta caída y que me  impedirá  salir a la montaña  una  temporada


miércoles, 1 de mayo de 2024

Kosovo y Albania con esquís. Parte 2. Febrero 2024

 

   Y siguiendo con el viaje volvemos a la pequeña estación de esquí de Arxena. La idea es hacer una travesía que desde las montañas que coronan esta estación baje a Restelicë. Un pueblo que, visto desde arriba, se ve como de cuento, ocupando un amplio collado. Después pasaríamos un segundo collado para descender a la estación. Pero cuando después de dos cimas suaves descendemos hacia el pueblo, la nieve se acaba pronto, llegando caminando  hasta el pueblito. Nos sentimos raros andando por sus empinadas callejuelas con las botas de travesía y los esquís a la espalda. Llegamos así al centro del pueblo,  delante de su mezquita se nos acercan los adolescentes con curiosidad. También un tipo que parecía ser una autoridad y que se empeñó en darnos conversación en italiano. No sé si al final cayó en que le entendíamos la mitad. Nos dimos cuenta entonces que el collado pendiente estaba al menos a dos horas y sin nada de nieve. En esas condiciones llegaríamos al anochecer y el descenso tendríamos que hacerlo a oscuras. Así que decidimos llamar al hotel  que mandó un todoterreno a buscarnos

   Viendo que no hay mucha nieve y que parece que en Kosovo hay algo más, retrasamos el paso a Albania que nos tocaba al día siguiente. Vemos en el mapa que desde parte una carretera que desde Dragas por un collado a más de dos mil metros pasa a Macedonia. Decidimos seguir por esa carretera hasta donde nos permita la nieve. Fue un acierto. Esquís desde  el coche,  día disfrutón por suaves pendiente y descensos con buena nieve


Tal vez, primeras con esquís en Brazovica

    Esa misma tarde pasamos ya Albania con el objetivo de intentar el punto culminante del viaje: el Korab, la cima más alta de Albania y Macedonia. En el traslado tuvimos, para mí, el momento más peligroso del viaje. A Jordi  le tocó conducir de noche por las estrechas y retorcidas carreteras albanesas. Atravesábamos pueblos sin ninguna iluminación donde la gente, vestida con ropas oscuras, caminaba por estas carreteras sin arcén, imaginamos que camino de las mezquitas, pero eran como fantasmas oscuros que aparecían en cualquier momento al lado del coche. Además de vez en cuando nos encontramos con boquetes  en el asfalto sin más señalización que unas piedras alrededor. Llegamos así a nuestro alojamiento, donde la familia nos reservó una cena en un restaurante de la zona. Llegamos y en el parking varios coches de alta gama, dentro los paisanos eran como otros cualquiera, como los que nos habíamos cruzado por estos pueblitos. El cordero a la brasa que nos sirvieron va a ser difícil de olvidar

   Y llega el último día, con un tiempo perfecto pasa rápido la hora y pico de porteo que tuvimos hasta calzar esquís. Con cuchillas llegamos por pendientes moderadas hasta unos 200 metros de la cima donde ponemos crampones. Llegamos todos arriba, disfrutamos del amplio paisaje de montañas, y nos regodeamos haciendo fotos antes de emprender el último descenso, que con un predominio de nieve dura que no transformó, nos llevaría  andando hasta otro  de estos pueblitos típicos de este viaje, con su mezquita dominando el pueblo. No queda sino volver a casa y dar gracias a Begoña, Jordi, Alberto, Javi, Mariaja, Quique, Joaquín  y Josema por compartir este viaje  

Con Begoña, felices en la cumbre del Korab

Así da gusto