Para muchas culturas las montañas han sido y son lugares sagrados. Tierras que separan naciones y unen pueblos, lugares donde el hombre percibe fuerzas que apenas entiende y que sintiendo su intensidad,"se siente" libre. Y así busca su fuerza, su energía, su placer, en las alturas, en los vientos, en los colores, en los otros. Compartiendo el mundo con los dioses...Y yo me incluyo.
He aquí algunos de esos momentos
En Navarra tenemos la suerte de poder disfrutar de una muy diversa naturaleza , desde el desierto de las Bardenas a la alta montaña pirenaica, y esto nos permite poder esquiar sin salir de nuestras fronteras. Una de las zonas más bonitas es el karst de Larra con el Anie dominando todo, aunque su cumbre se encuentre en territorio francés.
En esta ocasión Angel preparó una bonita ascensión por terreno muy roto por las abundantes simas,imagino que con nieve justa será peligroso, pero que le daban al recorrido un aspecto casi irreal.
Hicimos los últimos metros con crampones por la nieve dura y la roca asomando en los metros finales pero el descenso fue como suele, divertido y variado con lo sube-bajas de esta zona kárstica
Anie/Auñamendi, inconfundible (foto de Jesús Domínguez)
Llegando a la cima, vigilados por la Mesa de los 3 Reyes (foto de Ángel Pardo)
La
fotogénica zona de los Mallos de Riglos da para mucho. No sólo es una meca de
la escalada, también es un buen sitio para senderismo (no hay que perderse la
vuelta al circo de los Mallos) y para la bici. Esta ruta puede ser la más
clásica de la zona, de hecho creo que es la tercera vez que la hago. La ruta es
sencilla pero pasa por puntos que no tienen desperdicio. Nada más salir habrá
que parar en el monolito de recuerdo a los grandes escaladores Rabadá y Navarro,
que mira a los Mallos, pasaremos después por el Castillo de Loarre y por la
ermita y restos del castillo de Marcuello. Estos últimos construidos por Sancho
III el Mayor de Navarra como parte de una línea defensiva en el siglo XI (los
restos del castillo de Marcuello son del XII, ahí es nada) contra los musulmanes.
Contemplando los grandes espacios que se abren a sus pies se entiende
perfectamente el porqué de su localización. La ruta además tiene un estupendo
final. Después de disfrutar de las mejores vistas desde el Mirador de los Buitres,
una bonita senda un poco técnica entre paredes de roca me deja en un camino que
bordeando los Mallos me deja en el mismo pueblo
Imponen los Mallos desde el pueblo
Monolito en recuerdo de Rabadá y Navarro
Castillo de Loarre
Ermita y Castillo de Moncayuelo
Hacia los Mallos de Riglos y Agüero desde el Mirador de los Buitres
Después de la última entrada en la zona de Roncesvalles ya con esquís, no puedo sino colgar otra de la misma zona, ocho días antes pero con bici y sol. En realidad solo coinciden en el punto de inicio y final en la Colegiata de Roncesvalles y en el collado de Lepoeder, que son los dos puntos donde comienza el último descenso.
Colegiata de Roncesvalles
La ruta son cincuenta y tantos kilómetros y más de 1500 metros de desnivel, pero desde la Fábrica de Armas de Orbaizeta hasta el collado donde se une a la GR11 es una pista asfaltada, salvo la subida a la cima del Urkulu, lo que hace la subida muy cómoda. Pero aunque sea asfalto las vistas sobre los amplios espacios y hacia la cabecera de los valles franceses merecen muy mucho la pena.
El recorrido desde Roncesvalles inicia por pista entre hayas hasta la Fábrica de Armas de Orbaizeta, ya por asfalto asciende hasta el collado de Azpegi y el Col D`Orgambide donde desciende ya hacía Francia para bordear el monte Urkulu, hasta que en un desvío de 90 grados asciende a la cima. Tras bajar de la cumbre continúa un tramo por asfalto hasta empalmar con la GR-11 y un poco más adelante con el Camino de Santiago. Aquí yo me despisté y continúe por el mismo en dirección a San Juan de Pie de Port, alargando la ruta unos 10 km más. Deshago el error y llego así al collado de Lepoeder para empezar el descenso rápido hasta la Colegiata otra vez pero pasando por el Puerto de Ibañeta. Qué buen recuerdo me ha dejado este collado, hace 4 días había más de un metro de nieve y ventisca y 9 antes llegué con sol y temperatura aún otoñal.
la base de la torre romana (siglo I ac)
Desde la cima del Urkulu hacia el oeste
Unos metros antes de la cima del Urkulu, hacia Francia
Sin apenas darnos cuenta el
tiempo pasa ignorante de nuestros problemas, COVID, confinamientos y demás. Pero esta vez nos trae una buena
noticia, ha llegado el invierno y con el la nieve. Las montañas navarras están cubiertas de un manto blanco y las pirenaicas con un espesor más que
generoso.
Así que, ilusionados como chiquillos (yo al menos) nos dirigimos Txema, Ángel y yo para estrenar los esquís esta temporada a esta clásica de la zona de Orreaga/Roncesvalles, cima occidental del Ortzantzurieta, más alto pero menos esquiable
Ascendemos por un precioso hayedo bien nevado hasta el collado de Lepoeder. Y como casi
siempre que venimos poraquí con esquís nos encontramos con él "white
out" que dicen los anglosajones. Nos ponemos toda la ropa que llevamos
encima y seguimos a Ángel que con arte maneja el GPS para guiarnos hasta la cima.
Allí foto rápida y sin quitar las focas por la poca pendiente y la ventisca
descendemos sin más punto de referencia que el que
va por delante hasta el collado de Lepoeder de nuevo. Una vez allí
quitamos pieles y descendemos disfrutando girando entre las hayas hasta quitarnos
los esquís casi en el mismo coche
Después de los días anteriores de
tranquilidad y sobre todo el anterior en las Vilas del Turbón, me encuentro
una Aínsa llena de gente y más que no paraba de llegar. Decido entonces, como
preveo que esto va a ir en aumento al
empezar el puente del Pilar, volver con escalas hacia casa, y así decido parar
en Fiscal Elijo una ruta corta pues los días de actividad se van notando y así me decanto por una ruta corta y de poco desnivel. La ruta discurre en su primer tercio por asfalto hasta el pueblo de Bergua, después comienza una pista pedregosa que después del Collado de Fenés rápidamente cae justo encima de la boca norte del túnel de Petralba. Aquí continúa el descenso por una rápida pista con un estupendo firme que enseguida me devuelve a Fiscal
La Sierra de Andía es propiedad
de todos los navarros, y esto no es solo una metáfora por un sentimiento
romántico de querencia a la tierra, sino que en la legislación foral está
recogido que todos los navarros tienen derecho al uso de sus pastos así como de la
recogida “de ramaje, nieve, árboles secos, y hojas de sus barrancos y vaguadas”.
Lo que adapto de una Cédula Real de 1688.
Curiosidades históricas aparte, la Sierra de Andía es una meseta kárstica con altitud media de 1000 metros, lo que marca las características de la ruta
Hayedos de cuento
Arranco de Lezáun por buenas cuestas ya de entrada para meterme en seguida en un hayedo de cuento que sube a la meseta kárstica cimera, que cubierta de pastos me lleva hasta la ermita de la Trinidad de Iturgoyen. Las vistas son espectaculares, hacia el oeste la Cuenca de Pamplona, hoy sumergida en la niebla, con sus montes asomando y hacia el sur la llanura de Tierra Estella también con sus cimas.
Peña Izaga y la Higa Monreal asoma sobre la niebla que cubre la Cuenca de Pamplona
Ermita de la Trinidad de Iturgoyen
Continúo por dicha meseta ondulando en un terreno entreverado de roca y pastos para llegar en un rápido descenso al Puerto de Lizarraga, donde no cabe un coche más. Tras un breve tramo por carretera entro en las pistas ya de Urbasa para por un camino entre hayas, pastos y potokas cerrar el círculo en Lezáun
San Donato vigila la meseta de Andía
Bajada al Puerto de Lizarraga con la Sakana delante y derecha
La noche previa la pasé cerca de las Vilas del Turbón. El hotel estaba cerrado y las casas de alrededor
vacías, lo que daba a la zona un aspecto fantasmal, no había un alma. Así discurriría toda la jornada siguiente hasta que llegué de vuelta a Aínsa.
La ruta sigue inicialmente la vía más frecuentada pero cuando veo de frente el collado hago un giro brusco hacia la izquierda hacia los farallones de roca buscando el Corredor de las Fuevas, que si bien de lejos parece de difícil acceso no es así, ni siquiera hace falta apoyar las manos. El corredor acaba en la meseta cimera que su primera mitad es llana y luego de pendiente moderada hasta la cima. Las vistas son increíbles, todas las grandes cumbres de Benasque, la Peña Montañesa, dónde estuve ayer y las cumbres del Valle de Arán.
a la salida del Corredor de las Fuevas
cumbres de Benasque
al lado, Peña Montañesa
El descenso será por la ruta más normal ,por pendientes suaves de suelo rocoso primero, campas después y finalmente el sendero que me dejará en la pista antes del punto de salida
Cáseda era al pueblo de Javi. No
lo conocí mucho pero sabía de su gran pasión por la bici y por su pueblo. Así
que tenía que visitar su terreno y me llevé una gran sorpresa. Resultó ser una zona
estupenda para la btt, un terreno de senderos, bosques y montaña.
La ruta tras unos pocos kilómetros bordeando el Canal de la Bardena enseguida discurre
por senderos sinuosos, tras pasar un sembrado que seguro que se puede evitar, entonces con tierra muy húmeda que lo hizo muy difícil de ciclar. Llego a Torre de Peña dónde arranca una bonita pista que acaba cerca del despoblado de Peña.
Este pueblo abandonado, en lo alto de un monte, es un
lugar mágico, dónde seguro que de noche se sienten sus fantasmas. La entrada
por un sendero y bajo el arco de su iglesia fortaleza del siglo XII es para
recordar. Las vistas son espectaculares. Para iniciar el descenso hay que pasar por un curioso y estrecho paso con la bici por delante y sujeto a una sirga. El sendero es una pasada, con pasos para mí muy técnicos a veces, pero muy divertido.
Una vez abajo me cruzo con un
ciclista sangüesino, que buen conocedor de la zona, me guía por caminos y
senderos facilitándome la ruta, hasta la bonita ermita de San Zoilo. ¡Gracias Huracán!
El camino continúa ahora cuesta arriba por una pista muy pedregosa y entre arbolado, por un terreno que a veces me obliga a bajar de la bici. Cruzo la carretera y sigo subiendo por pista y camino en dirección a la cumbre de San Pedro. En un momento dado el camino gira 90 grados
por un terreno empinado que hace llevar la bici en la mano hasta cerca de la cumbre, en un mirador que da a la llanada de Cáseda y Valle de Aibar. Otra vez unas vistas estupendas. Y otra vez una tremenda bajada, entre robles primero y bojes después y con vistas siempre al Valle de Aibar. Sigo bajando con algún despiste por la velocidad que cojo en un tramo de pista. Continúa la senda entre robles y cuando esta se abre hacia la llanada de Cáseda me despisto
al grabar y salgo volando por encima de la bici. No ha pasado nada salvo salvo golpes en las piernas pero el GPS ha salido volando. Me adelantan entonces tres ciclistas locales, que bajaban con mucho nivel y que se ofrecen para guiarme por los senderos hasta el pueblo. Espectacular verlos bajar, allí donde yo echaba pie a tierra ellos saltaban para salvar el obstáculo. Pero lo mejor es que el más joven, con un nivel como el que más y con “pitera” ¡tenía 10 años! ¡Qué futuro!
Estos chavales, más majos que para qué, me fueron guiando con paciencia, pues me
costaba seguirlos, por los endureros senderos que llevan al pueblo. Estaban encantados de que gente de fuera conociera su zona. Seguro que a Javi también lo hubiera estado.
Después de estos días en la
Sierra de Albarracín tenía ganas de volver a andar por la montaña. Sabía que
continuaba el mal tiempo agarrado al eje central del Pirineo así que
desplazarme a su sur era una buena idea. Fue un gran cambio pasar de los 2
grados y medio con los que salía en Albarracín a los 23 grados que me encontré
en Aínsa. Tras una compra rápida me desplazo al monasterio de San Victorian (San Beturián en aragonés) en
la vertiente sur de la Peña Montañesa. Aquí se levantó un primer monasterio en
el siglo sexto, el más antiguo de la península, casi nada, y seguramente habría
un lugar de culto pagano ya en el lugar.
El sendero discurre entre hayedos, algo de prado, arbustos bajos después, pino negro y roca desnuda al final. Siempre rodeados de grandes paredes o barrancos con grandes espacios abiertos a nuestras espaldas. Al norte hoy el Pirineo está oculto debajo de una gran nube apareciendo solo la nieve de sus laderas. Tras disfrutar un buen rato en la cima vuelvo después a callejear por el bonito pueblo de Aínsa, extrañamente sin turismo, para continuar después al siguiente destino: las Vilas del Turbón
La ruta de ese día resultó ser la más
bonita de aquellos días en la Sierra de Albarracín. Comienza en el pueblo de
Albarracín para seguir por carretera hasta Torres de Albarracín. Este tramo me
pareció peligroso por las curvas y la ausencia de arcén, especialmente el paso
del túnel a la salida del pueblo, menos mal que hay poco turismo (estos días Madrid
estaba confinado) y que a estas horas hay poco tráfico. Pronto después
empiezan buenas cuestas hacia el primer alto de la jornada por un terreno más
árido que los días anteriores pero siempre bonito. Tras el descenso al pueblo
de Monterde, zona que a veces recuerda algunos valles del Atlas marroquí, una
subida moderada y mantenida me deja en unos altos donde rodaría un buen rato en
entorno casi estepario. Cuando inicio el descenso unos aviones de guerra
maniobraban por encima de mí. Impresionaba verlos tan cerca y el ruido que
hacían. No puedo imaginar el miedo qué puede pasar un civil en tiempos de
guerra con estas máquinas cerca. Continúo en descenso por este terreno árido
pero no exento de belleza hasta llegar al descenso final al pueblo de
Albarracín. La senda final es una maravilla, técnica, divertida y encajonada
entre barrancos para llegar justo encima del pueblo y sus murallas. Recorrer
desde la parte más alta las solitarias y retorcidas calles fue el colofón
perfecto para estos días de esta tierra para mi desconocida
Llevamos
ya 10 días sin poder salir de Navarra y todo apunta que en unos pocos días nos
van a confinar a todos en casa como en marzo. Así que quiero aprovechar para
disfrutar de los últimos colores del otoño, del ruido de las hojas al andar por
un hayedo, del viento y de la luz oblicua de estas fechas. El Valle del
Roncal y en concreto la Paquiza de Linzola tiene mucho de todo esto. Es una
ruta para disfrutar de los sentidos antes que se vean limitados por paredes de
ladrillo. Hasta pude pisar lo que queda de las primeras nieves caídas que
anuncian el próximo cambio de color. ¡Ojalá podamos verlo y no en una pantalla!
Pico Bernera, subiendo por el Collado del Bozo y bajando por el Barranco Bernera
Rompiendo la tónica de las
últimas salidas siempre en solitario, esta vez quedo con Sergio en Lizara para
subir a este monte, situado en la Sierra de Bernera y al este del Bisaurín. De
hecho la presencia de esta montaña hace que nuestra cumbre sea poco visitada
resultando una solitaria ruta en un entorno tan transitado.
Empezamos subiendo el Collado del
Bozo, giramos a la izquierda y tras pasar una sirga de acero volvemos a girar a
la izquierda para sortear bordeando las paredes de la punta de Napazal por un
rincón que desde abajo no es nada evidente. Nos encontramos ahora en un colgado valle kárstico que imagino será poco conocido. La orientación ahora es
norte y las nieves caídas en las últimas semanas se mantienen bastante e
incluso a estas horas la hierba está todavía helada, lo que nos hace poner
pinchos incluso para andar por fuera de los neveros.
Con piolet y crampones llegamos a un collado que separa la amplia cima de la cresta principal de la Sierra de Bernera, nos acercamos a esta buscando una pequeña cima que nos aconsejaron unos montañeros que nos cruzamos mientras descendían. Allí nos encontramos unas espectaculares vistas sobre el Valle de los Sarrios.
La cima delante
Llana de la Garganta
Valle de los Sarrios
Volvemos sobre nuestros pasos al collado y llegamos la cima del pico Bernera, disfrutamos de las vistas, justo debajo están los Llanos de Lizara y su refugio.
Bisaurín,Mesa de los Tres Reyes, Anie, desde la cima
Empezamos el descenso sin nieve por el Barranco de Bernera, prestando atención a los hitos pues el grupo anterior nos advirtió que de no ser así acabaríamos en trampas. Aún pondríamos pinchos otra vez en el fondo del valle para atravesar un nevero bastante pendiente en este solitario descenso.
Lizara abajo
Llana dela Gaganta, Collarada y más, desde la cima