Para muchas culturas las montañas han sido y son lugares sagrados. Tierras que separan naciones y unen pueblos, lugares donde el hombre percibe fuerzas que apenas entiende y que sintiendo su intensidad,"se siente" libre. Y así busca su fuerza, su energía, su placer, en las alturas, en los vientos, en los colores, en los otros. Compartiendo el mundo con los dioses...Y yo me incluyo.
He aquí algunos de esos momentos
Y sigo en Karacol, el mayor centro de esquí
del país, donde pasamos la única noche en hotel pero que no fue mejor que
otras, fuera enyurtas o encasas particulares
El día siguiente amaneció con mal tiempo, así que
aprovechamos para esquiar en la estación. La nieve también escasea pero
disfrutamos en sus pistas entre árboles. Hubo momentos muy curiosos, la
gente se nos acercaba pues éramos los únicos europeos que andaban por allí, los
remontes también tenían su aquel, sin ser tan viejos como los de las pistas de
Ak Tash, procedían de pistas de esquí de los Alpes de los años 90, en algunas
todavía estaban los carteles de las Olimpiadas del 92. Después de estar todo el
día esquiando viajamos a nuestro siguiente destino, el pueblo de Jyrgalan, mientras que por la carretera vamos viendo que cada vez hay más nieve. Jyrgalan es un pueblecito minero donde dos familias han habilitado sus
casas para acoger a turistas. Estas son por fuera como otras muchas del país,
de aspecto un poco destartalado, por dentro incluso a veces parece quela obra no se ha terminado, sin embargo están
impolutas y con el frío que hace la calefacción es estupenda. Como hasta ahora, la
hospitalidad de los dueños es exquisita. Son gente muy amable y cercana. Ya nos
esperaban con grandes cantidades de comida en lamesa del salón quesiempre tendría dulces dispuestos.
En Karakol
La mañana siguiente vuelve a salir con mal tiempo,
nievapero no nos quedamos en casa.
Empezamos el dïa subiendo por amplias laderas de moderada pendiente con bastante
nieve por otra de estas montañas sin nombre hasta donde la seguridad nos
aconseja. Hay una estupenda nieve polvo que algunos nos hace volver a subir
hasta que la cosa se pone peligrosa.
Daremos después una vuelta por el pueblo completamente
nevado, sin embargo debe haber bastante menos nieve y menos frío de lo que
corresponde para esta época del año, el cambio climático
aquí también es evidente. Por el camino vamos sorteando ganado que se encuentra
tanto en mitad de la calle cómo dentro de las fincas, visitamos el colegio
local donde la profesora está encantada de que unos europeos vengan a conocer
su país, nos llama mucho la atención las continuas referencias a los grandes
de su historia, pero con la ausenciade
personajes de la era soviética. Tenían una clase que entendí que era de preparación para el ejército,empapelada con uniformes militares y dos
grandes posters con tipos de kalashnikov y su despiece. Otro mundo. Pero los
mejores momentos fueron sin duda cuando una clase nos hizo una exhibición
espontánea de coreografía en inglés y la respuesta de Javier cantándoles
una copla.
primer día en Jyrgalan (foto de Hugo Cózar)
En el siguiente amanecer no hay ni una nube en el cielo
y la nieve recién caída hace prometer un día perfecto, eso sí hace
bastante más frío. Subimos por otra vertiente de la zona hasta donde acaba la
nieve esquiable cerca de la cumbre de, otra,montaña desconocida.
El descenso vuelve a ser de powder del bueno, tanto es así
que algunos del grupo volvemos a repetir la misma cima, ya a unas horas un poco
tardías pero eso permitió llegar arriba con unas preciosas últimas luces de atardecer.
segundo día en Jyrgalan
foto de Hugo Cózar
foto de Hugo Cózar
foto de Hugo Cózar
foto de Hugo Cózar
Nuestro último día en el pueblo despierta complicado, nieva,hace
viento y según los dueños de la casa estamos a unos 17-18 grados bajo cero. Aun
así Hugo y yo salimos a dar un paseo, sin embargo la dureza del tiempo, los
grandes espesores acumulados que dificultan muchísimo abrir huella y la
poca visibilidad nos hacen darnos la
vuelta relativamente pronto.
Esta misma tarde iniciaremos el viaje de retorno a Biskek
pero pasaremos la noche por el camino. La dueña de la casa de Jyrgalan
nos acompaña para que le acercáramos a ver a un familiar, pero al cabo de unos
kilómetros nos para junto a un coche en una curva, se baja entonces su conductor
que de pronto sacaun montón de
pantuflas de lana artesanales que nos dio a cada uno. ¿Qué mejor muestra de su
hospitalidad?
Ya de camino al alojamiento visitamos el lago de Issyk-Kul. Las
orillas nevadas, las aguas tranquilas y la luz tamizada de una tarde de invierno
le daban a las montañas del horizonte unos colores muy muy
especiales. En la lejanía del agua se veía una tormenta que cuando nos íbamos llegó hasta nosotros transformando las carreteras limpias en el
invierno que volvió de golpe.
Pero antes de irnos, visitamos unas termas próximas a la orilla, dudamos pues tenemos quequedarnos en bañador a la intemperie perodecidimos bañarnos. Fue un auténtico placer,
corrimos muertos de frío a meternos en el agua pero una vez dentro no había
forma de salir y cuando lo hicimos la salida no tuvo nada que ver. De hecho se
nos quitó el frío y aún recuerdo la sensación de relajo que quedó.
en el lago Issik Kul
El último día fue de traslado a la capital, una vez allí nos
volvió a sorprender sus edificios soviéticos de cemento, pero muchos con su diseño y algunosdecorados con
mosaicos. Hay muchos parques y unas amplísimas plazas que se destinarían para los desfiles y los grandes actos en
tiempos de la URSS .Acabaríamos el día cenando –muy bien- en uno de los mejores
restaurantes de la ciudad, animado por bailes locales, No nos quedaría después sino
llegar al hostel, recoger bártulos, echarnos una hora como mucho algunos y con
mucha pena despedirnos del país. Ha sido un viaje conmezcla
de cultura y montaña difícilmente repetible y con ungrupo estupendo. Un viaje de aprendizaje de historia y de cultura del mundo
nuevo que supone para mí Asia Central, y de un aprendizaje también para mí de esquí
en powder del bueno. Unas nieves que el Pirineo casi no existen y difíciles de
encontrar en otras cordilleras
Kirguistán es un pequeño país de Asia central que
existe como tal desde la caída de la antigua URSS en 1991, limita al oeste con
China y al este con la República de Kazajistán. Uzbekistán y Tayikistán. Cuatro
quintas partes de su territorio son montañas de la cordillera de Tien Shan, lo
que la convierte en un destino creciente para el turismo de montaña, pero aún no ha llegado la occidentalización que
supone el turismo de masas, manteniendo
toda la esencia de su cultura nómada y asiática. Una cultura donde se mezcla su
religión musulmana con su tradición nómada, palpable en la exquisita hospitalidad con el turista, y la herencia de
la antigua URSS que ha dejado plagado el país de restos abandonados y
monumentos. Símbolos de la pasada era comunista que los kirguises no parecen
tener intención de quitar.
Volamos a la capital Biskek vía Estambul e iríamos quedando
por el camino Hugo, el guía de la agencia Muntania, Javier, madrileño,
periodista y redactor de la revista Oxígeno, Yolanda de Tarragona y en
destino a Fernanda, una alemana hija de valenciana. En el aeropuerto
nos esperaba nuestro contacto local, Mikel, un navarro con un increíble bagaje
cultural y de mundo, y Tulkum Bek, nuestro indispensable y profesional chófer
Llegamos de madrugada al aeropuerto y sin pausa continuamos a la capital, Biskek, vemos por el camino los típicos edificios soviéticos, bloques de hormigón que sin embargo
muchos son de diseño. Desayunamos en un hostel que también nos alojaría en
nuestra última noche y de allí directamente saldríamos hacia las pistas de
esquí de Ak-Tash
montañas de Ak-Tash (foto de Hugo Cózar)
Fernanda y Yolanda dejan debajo Biskek (foto de Hugo Cózar)
Una vez en la estación vemos que es unparaíso para el freeride, por los kilómetros esquiables
y por que no se pisan, pero nos encontramos con que hay poca nieve , así que toca esquiar en pista .En sus telesillas yo pasé momentos de tensión y es que
estos eran como una un columpio de los años 70 pero sin ninguna opción de agarre y
dónde tan pronto estabas a 5 metros de alto como tenías que levantar las
rodillas para no hacer palanca con los esquís en el suelo. Aún nos subimos a
una antecima cercana con los esquís a la espalda buscando el mejor descenso
posible fuera de las pistas. Nos despedimos de este largo día de 48 horas
(Pamplona Ak-Tash, viaje y esquí sin parar) con la primera cena, rica y abundante,como serían las demás.
El día siguiente fue de traslado hacia las yurtas del valle
de Chong Kyzyl Suu. Situado cerca del lago Issyk-Kul, el segundo lago de
montaña más grande del mundo después del Titicaca. Fue muy interesante ver el
día a día de sus gentes, visitar los restos semiruinosos de la antigua
URSS, la torre Burana, minarete que queda de una ciudad del siglo IX. Después
tuvimos uno de los momentos más inolvidables del viaje. En un solitario y
altopáramo, rodeados de montañas nevadas, visitamos a una familia kirguís, donde después de disfrutar de una generosa comida, el anfitrión se vistió con
sus mejores galas de cuero y nos enseñó montado a caballo la increíble
interacción que consigue con un águila real, criada y educada desde polluelo para
cazar.Creo que ninguno habíamos visto de cerca semejante animal, y menosapoyadoen nuestro brazo. Verlo volar y ser tratado con
tanto cariño por su cuidador en semejante lugares algo que nos llevamos bien marcado en la memoria
Para cuando llegamos a nuestro campamento de yurtas de Chong
Kyzyl Suu ya era de noche, pero aún tendríamos una sorpresa: en la yurta comedor nos espera una mesa
con cantidades ingentes de comida donde abundan los dulces de todo tipo,
acompañadosde un concierto de música
local tocada y cantada por la abuela, su hija y la nieta
Comida en cantidad, muestra de hospitalidad kirguís (foto de Yolanda)
nuestro campamento de yurtas,un lujo
Las yurtas son tiendas de piel, reminiscencias del reciente
pasado nómada kirguís, incluso alguno las monta en la parcela de su casa. Tienen
el suelo de tarima flotante y alfombrado, con buena estufa y edredones, de hecho aquí fue donde más calor pasamos en el viaje.
A la mañana siguiente Tulkum Bek nos lleva en su microbús
todoterreno hasta el comienzo de nuestra primera ascensión. Son estas montañas
sin nombre y será así, pues ni nuestro
enlace local, Mikel, que es una base de datos los conoce. Desde luego yo no los
he encontrado en ningún mapa.
Comenzamos con poca nieve, pero enseguida los espesores empiezan a aumentar de una forma
espectacular, menos mal que tenemos la huella hecha por el grupo con el que compartimos el campamento de yurtas, pues la huella es una
auténtica trinchera. No llegaríamos a la cumbre, nos quedamos donde empieza la
arista rocosa dónde además el viento se ha llevado la nieve. El descenso tiene
su aquel, powder del bueno, nieve polvo profunda,
muy profunda, en la que costaba mucho coger velocidad y ni te cuento levantar
tras una caída.Ver bajar a mis compañeros, más expertos en este terreno, es un espectáculo. Menuda experiencia
La ascensión del día siguiente parte desde el mismo
campamento, también al principio con poca nieve pero también empiezan a
aumentar rápidamente los espesores finalizando al inicio de la arista
rocosa. Hoy la nieve está más húmeda y más difícil de esquiar, pero el tener más
pendiente lo facilita o bien voy aprendiendo a negociar estos espesores
nuestro primer descenso
Mikel, en nuestro segundo monte(foto de Hugo Cózar)
Nada más llegar recogemos bártulos y seguimos camino hacia
Karacol, el principal centro de esquí del país. Nos sorprende la mezcla
cultural .Es un país musulmán, pero merendamos unos noodles
fríos como en China, visitamos una iglesia ortodoxa de madera y la colorida mezquita de los Dungan, una etnia de habla
túrquica que emigró (sobre todo) del Xinjiang chino en el siglo 19 .Hoy
descansaremos en el único hotel del viaje.