jueves, 19 de septiembre de 2024

Mallo de Acherito y Chinebral de Gamueta. 7 de septiembre de 2024

 Tengo amigos de lejos de estos valles que cuando por aquí han venido  se han vuelto con la idea de que han estado en el Pirineo navarro. El más fácil acceso desde el  Valle de Roncal y la toponimia les confunden, y es que ,por ejemplo, Acherito viene del vocablo vasco Atxa (Peña ) como Achar de Alano o Castillo de Acher. Y esto nos retrotrae a aquellos orígenes del protoreino y reino de Pamplona ,allá por los siglos diez y once.

 Este día uniríamos las cumbres del Mallo de Acherito, que tan buenos recuerdos nos trae por ser posiblemente la mejor esquiada del valle, y el más bonachón Chinebral de Gamueta. En un día otoñal que disfruté con la buena compañía de Begoña y Alazne

jueves, 12 de septiembre de 2024

Uzbekistan parte 3.Tashkent. Final del viaje Marzo 2024

  Seguimos viaje hasta Tashkent, que es la capital del país. Poco queda del resplandor arquitectónico de las ciudades anteriores. Sin embargo nos encontramos con la estética soviética,  con uniformes urbanizaciones, grandes parques, el impresionante memorial de los caídos en la Segunda Guerra Mundial (un millón de uzbekos)  y  el metro, que parece un museo y que imagino que parecido al de Moscú.   

   Ha sido un cambio de arquitectura, cultura e  historia este final del viaje. Un cambio que ayudaría para otro menos deseado, el  del final de un viaje y vuelta a la vida diaria

jueves, 5 de septiembre de 2024

Khiba. Uzbekistán Parte 2. De pozo de Sem a ciudad-museo

    Y siguiendo con el viaje a Uzbekistán, llegamos  a  Khiba, en avión, nada que ver con el  talgo de los años 70 con los marcos de madera en las puertas y maquinaria soviética que nos dejó en Bukhara. Khiba es otra perla, como merece el último oasis antes de que la Ruta de la Seda entrara en el  inmenso desierto iraní.

   Nos alojamos en una antigua madraza, aquellas escuelas coránicas  donde estudiaban y vivían estudiantes.  Y en sus celdas l, transformadas  en habitaciones pasamos las noches. 

   Atravesando sus murallas entramos al casco viejo, que es un cuento de ladrillo cocido, donde cada uno de sus infinitos   rincones da para gastar un carrete de fotos.