Diez días antes de este viaje no tenía ni idea que iba a visitar los Cárpatos. Incluso una semana antes no era sino una idea en proyecto/en marcha. Organizado a toda prisa aterrizo un día en Bucarest y a la mañana siguiente me planto con un grupo entonces desconocido en las montañas de Transilvania.
Con pocas horas de sueño empezamos nuestros días de esquí cerca de Sinaia, un pueblo que gira en torno al
turismo de montaña.
Gente hay mucha, paseando o con trineos, incluso las laderas que bordean la carretera están valladas para que las familias se puedan tirar con trineos y no se estampen contra el asfalto.
Aparcamos el coche cerca de las pistas de esquí de Pedreal, y comenzamos nuestros primeros movimientos por una bonita pista nevada. Al principio nos cruzamos con muchos turistas que van de paseo pero pronto nos quedamos solos.Vamos subiendo entre altos abetos bien nevados que forman un bosque cerrado. La idea es ascender a lo alto de las pistas de esquí , pero en el camino nos encontramos con unos esquiadores locales -los únicos en todo el viaje- que nos dieron otra idea. Haciéndoles caso llegamos a lo alto de estas pistas para continuar por el lomo de esta sierra hasta la cima conocida como Clavucetul Taurului. Allí una lápida, una cruz y una bandera rumana recuerdan la batalla en las trincheras que allí tuvo lugar en la trituradora de carne que fue la primera guerra mundial, donde los rumanos y los rusos se enfrentaron a las tropas de los imperios centrales
En la cima. Sobrecoge imaginar lo que se pudo vivir aquí aquel verano de 1916 |