Para muchas culturas las montañas han sido y son lugares sagrados. Tierras que separan naciones y unen pueblos, lugares donde el hombre percibe fuerzas que apenas entiende y que sintiendo su intensidad,"se siente" libre. Y así busca su fuerza, su energía, su placer, en las alturas, en los vientos, en los colores, en los otros. Compartiendo el mundo con los dioses...Y yo me incluyo.
He aquí algunos de esos momentos
jueves, 3 de agosto de 2023
Pedals de Foc , dias 3 y 4, 6 y 7 julio 2023
La tercera noche la paso intranquilo. Las distintas webs dan lluvia todo el día y la ruta de hoy, además, discurre en su mayor parte por encima de los dos mil metros. Incluso me planteo cancelarla. Así amanece lloviendo en Espui, pero no me queda otra. Desayuno y deja de llover. Desconfiado arranco para arriba. Me toca subir al Coll de Triador, mil metros de ascenso por pista en 12 kms, en los que, contra todo pronóstico, aparece el sol. No me lo puedo creer. Voy subiendo dejando cada vez más abajo el pueblo de Espui, pero de forma cómoda consigo llegar al collado. Estoy a más de dos mil cien metros y se respira ambiente de gran montaña. Aquí me encuentro con una estatua en madera del logotipo de Pedales del Mundo. Tras las fotos de rigor empiezo el descenso por la vertiente contraria de la sierra. Pedaleo por la cabecera de verdes valles con grandes espacios abiertos que prometen unas bonitas horas de bicicleta. Pero me encuentro que el camino es arcilla y enseguida se me forman grandes tormos de barro que me bloquean la bici, obligándome a empujar o portearla, con los kilos que suponen el barro pegado y que casi me funden. Al final la arcilla pasa, y vadeando arroyos y tramos con suelo mezcla de arcilla, tierra negra y boñigas de vaca, la bici se va limpiando mientras el ambiente se hace más espectacular. De esta forma llego al Coll de la Portella (techo de la ruta, 2268 m) y al Coll de la Creu d’Eixol, donde se abre un horizonte de grandes montañas y donde empiezo a bajar a toda velocidad atravesando las pistas de esquí de Espot y más de 1.000 m de desnivel en 12 km, casi nada. Espot, donde me alojaría, es ya otra cosa: muchos hoteles, mucha gente y ambiente turista muy diferente a lo vivido hasta ahora.
Cuarto día y final. Tras unos pocos kilómetros en carretera, empiezo a unir senderos, a veces técnicos, con tramos de asfalto y pueblos con sus bonitas iglesias románicas. Paso por el Bosc de Gerdar, espacio protegido donde no se puede pedalear pero esto permite disfrutar más de este abetal de cuento.
Paso también por Alós d’Isil, que me recuerda aquellas transpirenaicas del Club Anaitasuna cuando era joven. Un largo tramo de carretera primero y de pista después me deja en Montgarri. Aquí me siento como llegado a otro planeta. Hay muchos coches, mucha gente y mucho ruido. No sé si será lo habitual en verano y, supongo, también tendrá que ver el paso por aquí de una carrera de montaña que debe ser importante. Queda ya poco, toca ahora una suave subida hasta el Pla de Beret. Nunca lo había visto sin nieve pero sigue siendo un bonito lugar. Empieza aquí un descenso larguísimo, en el que voy frenando para no asustar a los corredores con los que comparto camino. Y así, con pena y de una forma espectacular y divertida acabo la ruta en la misma oficina de Pedales del Mundo en Vielha. Fin
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